jueves, 31 de octubre de 2013
jueves, 17 de octubre de 2013
ESTUDIO SOBRE LA ORACIÓN
Escrito por: Jonathan Rosas
Efesios 6:18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
Muchos hemos experimentado que es más fácil dedicar nuestro esfuerzo, nuestro tiempo y nuestro interés, a esas cosas de la vida que sabemos, nos traen beneficios, o que nos acercan a lo que amamos y son esas cosas las que disfrutamos.
En el aspecto espiritual si cada creyente pudiera comprender las bendiciones y la grandiosa oportunidad que tiene a su alcance, de estar cerca de su señor, a través de la oración, le daría en su vida un lugar especial, en tiempo y dedicación, a esta preciosa practica de hablar con Dios.
¿QUE ES ORAR?
Ø Es un acto de adoración y comunicación que incluye la presentación de nuestro deseo a Dios.
Ø Es el dialogo lógico con el Creador.
Ø Es la comunicación del corazón con Dios y es para el cristiano el alimento del alma.
ANTECEDENTES
Algunos consideran Génesis 4:26 como la primera oración registrada en la Biblia. En el A.T. la oración estaba relacionada con los sacrificios en el templo. Después del año 70 D.C los rabinos llegaron a sostener que la oración era “mejor que los sacrificios”.
ELEMENTOS DE LA ORACIÓN
1. Adoración: Por lo cual expresamos nuestro sentimiento de gratitud a Dios por su grandeza y bondad (Daniel 4:34,35)
2. Confesión: por la cual aceptamos nuestras faltas y pedimos perdón (salmo 32:5; Proverbios 28:13; 1 de Juan1:9)
3. Petición: A través de la cual presentamos al que todo lo puede nuestras necesidades (Filipenses 4:6)
4. Intercesión: Con la cual rogamos por otros (2 Tesalonicenses 3:1; Hebreos 13:18; 1 Timoteo 2:1-2; Santiago 5:16)
5. Acción de Gracias: (Filipenses 4:6)
EL MODELO DE ORACIÓN QUE NOS DEJO EL SEÑOR
Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Lucas 11:1
1. PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE.
Esta oración empieza y termina con alabanza, debemos entrar por sus atrios con alabanza (salmo 100:4) debemos entender que hay que comenzar con el reconocimiento a la soberanía y grandeza de nuestro Padre, dándole tiempo a la adoración de aquel que es el único digno de toda honra y gloria, debemos hacerlo de todo corazón y sin hipocresía, antes de cualquier cosa debemos brindarle nuestra vida en adoración y alabanza al señor.
2. VENGA TU REINO.
Notamos que la preocupación mas grande del Señor Jesús fue establecer su reino en la tierra (Mateo 12:28) cuando estamos orando sobre “Venga tu Reino” debemos pedir que el reino de Dios se establezca entre los niños, los jóvenes, los ancianos, los drogadictos, los enfermos, entre los gobiernos y sobre el mundo entero.
3. HÁGASE TU VOLUNTAD EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA.
Cuando pedimos a Dios que nos enseñe a hacer su voluntad nos vamos a evitar muchos problemas, pues de Él proviene toda buena dádiva y todo don perfecto. (Santiago 1:17) Para lograr comprobar la voluntad de Dios tenemos que pasar buen tiempo dialogando con Él para poder conocer sus propósitos, solo quien se detiene a escuchar a Dios, podrá saber que quiere Él con su vida.
4. EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, DÁNOSLO HOY,
Esta parte es sumamente importante ya que no solamente se refiere al pan material sino primero al espiritual, porque la Biblia dice: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y las demás cosas vendrán por añadidura” Mateo 6:33. Y “no solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” Mateo 4:4. Pidamos a Dios que no nos falte el alimento espiritual, fuerzas, sabiduría, la unción, la santidad, la comunión con Él, tanto para nosotros como para todo su pueblo y para llevarlo al mundo que está hambriento y sediento de oír la Palabra de Dios.
5. PERDONA NUESTRAS DEUDAS COMO NOSOTROS PERSONAMOS A NUESTROS DEUDORES.
Confesar nuestras deudas pidiendo perdón por ellas, implica pedirle a Dios que escudriñe nuestro corazón y si hay pecados sin confesar, confesaros y reclamar su promesa de
1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
Para confesar nuestra faltas debemos estar de acuerdo con lo que Dios dice con respecto a nuestro pecado y estar dispuestos a abandonarlo. Además en “nuestras deudas” se incluye también aquellos compromisos espirituales y materiales que hemos adquirido con Dios y los hombres.
6. NO NOS METAS EN TENTACIÓN, MAS LIBRANOS DE MAL.
Implica pedir que actitudes, costumbres y conductas propias que no podemos controlar no nos pongan en dificultades. Que velemos y oremos para no caer en tentación por nuestro propio descuido y desobediencia. (Mateo 26:41). Que nos enseñe a vivir en el Espíritu, para vencer nuestras debilidades y a tener puesta la armadura de Dios (Efesios 6:11)
ELEMENTOS PARA ORACIÓN EFICAZ:
1. Humillarnos:
2 Crónicas 33:12-13 Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino.
2. Debemos orar en todo tiempo:
1 Tesalonicenses 5:17 Orad sin cesar.
Salmo 88:1,2 Oh Jehová, Dios de mi salvación, Día y noche clamo delante de ti.
Romanos 12:11-12 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración.
3. Debemos ser fieles a Dios:
Juan 15:7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
4. Debe ser en el Nombre de Jesús:
Juan 14:14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
5. Debe ser con una boca pura:
Salmo 17:1 Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.
6. Debe ser con fe:
Mateo 21:22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.
7. Debe ser conforme a la voluntad de Dios:
1 Juan 5:14 Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye
8. Debemos amar y respetar a nuestras parejas:
1 Pedro 3:7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
¿CUANDO NO RESPONDE DIOS NUESTRAS ORACIONES?
1. Cuando incumplimos una orden suya: Deuteronomio 3:23-28
2. Cuando lo que pedimos no está de acuerdo a su voluntad: Santiago 4:3
3. Cuando hay pecado en nuestra vida: Isaías 1:15
4. Cuando no hay una petición especifica: Santiago 4:2
BENEFICIOS DE LA ORACIÓN
Ø Orando evitamos la tentación:
Mateo 26:41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Ø Orando recibimos sanidad
Santiago 5:14,15 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la
iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la
oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere
cometido pecados, le serán perdonados.
Ø Orando podemos vivir irreprensibles
para nuestro Dios:
Colosenses 4:12 Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo,
siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis
firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.
Ø Orando somos consolados:
Santiago 5:13 ¿Está alguno entre vosotros afligido?
Haga oración.
Ø Orando la palabra de Dios es
efectiva:
2 Tesalonicenses 3:1 Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del
Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros.
Ø Orando Dios bendice nuestro trabajo:
Zacarías 10:1 Pedid a Jehová lluvia en la estación
tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en
el campo a cada uno.
Ø Orando recibimos Dones de Dios:
1 Corintios 14:13 Por lo cual, el que habla en lengua
extraña, pida en oración poder interpretarla.
POR QUIEN DEBEMOS ORAR:
Ø Debemos orar por nuestros amigos:
Job 42:10 Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus
amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job
Ø Debemos Orar por nuestros enemigos:
Mateo 5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y
os persiguen
Ø Debemos Orar los unos por los otros:
Santiago 5:16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros.
Ø Debemos Orar por nuestros hermanos
que se encuentran en tribulación:
Hechos 12:5 Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía
sin cesar oración a Dios por él.
Ø Debemos Orar por todos los hombres:
1 Timoteo 2:1-3 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones
y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que
están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y
honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador.
La biblia dice que todo hombre debe orar: Salmo 65:2 Tú oyes la oración; A ti vendrá toda carne.
sábado, 12 de octubre de 2013
sábado, 28 de septiembre de 2013
ADVENIMIENTOS DE CRISTO
Preparado por:
Pastor: Jairo Antonio Marín Leiva (Secretario General)
El término advenimiento significa venida, o llegada,
especialmente solemne. Al referirse a las llegadas o advenimientos de Cristo,
sabemos que tienen un origen o propósito divino.
Estas tres reglas se representan en las profecías
del primer advenimiento de Cristo. El cumplimiento de las Escrituras en su prime
advenimiento nos debería dar una plena confianza en las profecías que tienen
que ver con su segundo advenimiento. El primer advenimiento presenta la vida
de Cristo como una pintura sobre un lienzo, y muchos de los santos profetas
de Dios fueron movidos por el Espíritu Santo a contribuir porciones de su
vida en sus profetas. Los detalles de la vida de Cristo fueron predichos con
precisión. Él:
Hay muchas profecías en las Escrituras que
revelan que Cristo vendría una vez como Salvador y de nuevo como Rey. Cristo
mismo citó de Isaías 61:1 – 2 en la sinagoga, y se detuvo antes de la frase
“y el día de venganza del Dios nuestro”, porque esto se refería al segundo
advenimiento cuando vendrá a juzgar a las naciones (Ap. 19:11 - 21). En Lucas
1:31 – 33, la profecía afirma que Jesús será “grande, y será llamado Hijo del
Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre
la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Sin embargo,
en su primera venida fue rechazado por los líderes de Israel y no heredó el
trono de David su padre. Esto se cumplirá en el segundo advenimiento cuando
establezca su reinado en el reino milenario. Esas profecías, y otras como
ellas, muestran que el Señor vendrá por segunda vez para cumplir de manera
literal los detalles restantes de las profecías, igual que tuvo lugar la
primera vez. El gran cuerpo de profecía no cumplida hace que el segundo
advenimiento sea cosa absolutamente esencial. Se ha prometido
que:
Todo el programa del pacto con Israel, que
todavía no ha sido cumplido, demanda el segundo advenimiento del Mesías a la
tierra. El principio de cumplimiento literal hace esencial que Cristo
regrese. ANTICRISTO En la escatología premilenarista se
designa como el anticristo al final gobernante mundial que se opone de Dios y
a su Cristo (en particular con relación a su deidad), oprime a los elegidos
de Dios (especialmente al pueblo judío) y busca usurpar el puesto de culto
divino mediante la profanación de lo santo (especialmente Jerusalén y su
templo). Según 1 Juan 4:3, este espíritu antioteocrático y antisemita es característico
de nuestra presente era, lo que indique que estamos en los últimos días (esto
es “el último tiempo”). La designación anticristo, que aparece
sólo en las epístolas de Juan (1 Jn. 2:18, 22; 4:3; 2 Jn. 7), está
compuesta de las palabras griegas anti (contra, en lugar de) cristos
(Cristo), e indica a cualquier agente del maligno (Satanás) que actúe en
contra de o como falsificación del Ungido de Dios, de Aquel que está
destinado a regir el mundo (Sal 2:2). El uso plural de este término admite tanto
una expresión inclusiva como concentrada del anticristo, y en último término
el dúo escatológico conocido como la primera bestia (el anticristo) y la
segunda bestia (el falso profeta), que, con el dragón (Satanás) como fuente
de su potestad (autoridad), constituyen una especie de trinidad falsa (Ap.
13:1 - 2) En tanto que puede que él término específico anticristo pueda
usarse en raras ocasiones, la Biblia está repleta de la terminología
descriptiva de su naturaleza diabólica y profanadora. Entre los epítetos más
evidentes se encuentran:
Sólo la escuela futurista (que incluye el
premilenarismo) ha podido desarrollar una interpretación coherente del
concepto del anticristo sobre la base de testimonio de los dos
testamentos. El anticristo en el AT Tipos del anticristo que se
revelan durante el período bíblico son:
En el Nuevo testamento La imagen
que da Juan del anticristo es la de un gobernante mundial (Ap. 12:1, 4,7)
cuya posición política es tan dominante que invade el ámbito religioso (Ap.
13:15). Esto es conseguido para el anticristo por una figura religiosa
diabólica que Juan presenta como la segunda bestia, y que es un anticristo
inferior. Es un duplicado del anticristo como la primera bestia (Ap. 13:12),
pero inferior a él, presentando sólo dos cuernos en comparación con los diez
de éste (Ap. 13:11) En contraste con la primera bestia que sube del mar,
la segunda bestia sube de la tierra (Ap. 13:11). Estos términos en contraste son
indicativos del origen de las dos bestias. El mar puede ser símbolo de los
gentiles (Ap. 17:15), y si es el caso aquí, el término opuesto, la tierra, es
símbolo de los judíos.
Hay precedentes para el origen gentil del
anticristo en las alusiones en el Antiguo Testamento, y la identificación
judía puede quedar fortalecida aquí si “la tierra” tiene el sentido técnico
de “país”, o “la tierra [de Israel]” como puede suceder a veces en
Apocalipsis (11:18). Aunque la mayoría de los intérpretes premilenarista han
aceptado el punto de vista de que el origen geográfico del anticristo es
Europa como un Imperio Romano reavivado, basados en Daniel 9:26 con Roma en
el fondo, se ha propuesto un origen medio-oriental, en base de que Asiria es
el [reino] “muerto” de Apocalipsis 13:3, que es reavivado como Irak.
La segunda bestia actúa como lugarteniente del
anticristo en el ámbito religioso y duplica las señales milagrosas de los
profetas y falsos cristos a lo largo de la tribulación (Mt 24:10, 24)
para preparar el mayor engaño de la segunda bestia (Ap. 13:13) como el
superlativo falso profeta (Ap. 13:14). Este posee una autoridad falsa pero
subordinada, como la de la primer bestia (Ap. 13:4, 12), razón por la cual es
designado como una segunda bestia.
En esta posición, impulsa el culto universal del anticristo (Ap. 13:16), que aparentemente reclamará para este tiempo la posición de la deidad (Ap. 13:4 -8).
En tanto que del falso profeta se dice que engaña a
los moradores de la tierra, o gentiles (Ap. 13:12), también es descrito
llevando a cabo señales que son peculiares de Israel (Ap. 13:12 - 15),
también es descrito llevando a cabo señales que son peculiares de Israel (Ap.
13:12 - 15).
Debido a que estas señales incluyen la capacidad de
restaurar a la vida, de hacer venir fuego del cielo y de crear, sus acciones
recuerdan en particular las del profeta Elías (1 R. 17:14 – 16). Esto podría
implicar que l falso profeta actuará a semejanza de Elías (Mal. 3:1 - 2) como
precursor mesiánico que proclamará al anticristo como Mesías; sin embargo, el
anticristo recibe culto como un dios exaltado sobre todos los otros dioses
(Ap. 13:4), por lo que es probable que el falso profeta sea para Israel
también un falso mesías, que lleve a cabo las esperadas señales mesiánicas
(Is. 35:5) para confirmar y exaltar la posición suprema del anticristo a
través de su falsa relación dios/profeta (Jn. 5:36). Esta posición mesiánica
falsa se corresponde con su descripción de tener cuernos como cordero
(probablemente una falsificación de la naturaleza mesiánica (Ap. 5:6)
aunque hablando como un dragón (capacitación satánica) El destino
eternal del anticristo es el lado de fuego (Ap. 19:20), dispuesto
especialmente para el castigo de Satanás y del orden angélico (demoníaco)
rebelde (Mt. 25:41) con quienes han echado su suerte.
La bestia y el falso profeta son lanzados al lago de
fuego a la conclusión de la batalla de Armagedón (Ap. 20:20), pero Satanás es
encadenado hasta el final del milenio (Ap. 20:1 – 3, 7), cuando es derrotado
y es reunido con su trinidad satánica en una condenación eterna (Ap. 20:9 -
10). La sobria advertencia para los no salvos y para lo que acepten la marca
del anticristo durante la tribulación es que compartirán el destino eterno
del anticristo en el lago de fuego (Ap. 20:13 - 15).
Once elementos claves del arrebatamiento:
Esperanza y
consolación
El cambio
Un regreso al cielo
Llevados directamente al Señor, al Señor o
Cara a cara de manera íntima con Cristo en su venida
Su pueblo vive de manera diferente
Otras expresiones para la venida
DANIEL: SETENTA SEMANAS DE INTERPRETACIÓN DISPENSACIONALISTA La profecía de Daniel de las setenta semanas (Dn. 9:24 - 27) forma parte de la división de su libro (caps. 7 - 12) que registra visiones de futuros reinos terrenales (tanto humanos como divino). En el capítulo 7, el arcángel Gabriel explica a Daniel que se precisa de setenta semanas para cumplir la petición que Daniel ha hecho acerca de la restauración de Israel (v. 3 - 19). La oración de Daniel se había basado en su observación (v 2) de la profecía de los setenta años en Jeremías 25:11 – 12; 29:10.
A Daniel se le dan seis metas restauradoras que
serán cumplidas durante las setenta semanas (Dn. 9:24), y que el resto del
capítulo 9 bosqueja en acontecimientos que se desarrollarán en la posterior
historia de Israel. El dispensacionalismo se une a la mayor parte de la
erudición cristiana en mantener que las setenta semanas han de se
interpretadas como setenta semanas de años. Este período resultan de de 490
años (70 x 7) se distribuye, según el texto (v. 25 - 27) en períodos de siete
semanas (49 años), setenta y dos semanas (434 años), y una semana (7 años).
El dispensacionalismo concuerda también con la mayoría de la erudición
evangélica en interpretar el contexto del pasaje como mesiánico, y que la
venida del Mesías tiene lugar después de las setenta y nueve semanas (esto es
después de las siete semanas + las setenta y nueve semanas =483
años). Sin embargo, el dispensacionalismo (clásico) difiere en cuanto a que
interpreta la septuagésima semana de Daniel (v. 27) como futura.
Con el rechazo por Israel del Mesías y habiendo
tenido lugar su muerte después de la semana sexagesimonovena (v. 26), el
cumplimiento de los seis objetivos de restauración para Israel (v. 24)
queda para la septuagésima semana. Si la septuagésima semana sucede a la
sexagesimonovena inmediatamente en lo histórico, entonces la esperada
restauración tiene que se aplicada espiritualmente a la iglesia como un nuevo
Israel. Los seis objetivos de la restauración expuestos en la profecía
de Daniel de las setenta semanas (v. 24) pueden tener un cumplimiento cercano
en la experiencia de la nación (el advenimiento redentor del Mesías),
pero deben esperar al futuro (el advenimiento restaurador del Mesías) para su
cumplimiento completo.
El aplazamiento que se comprende entre los
versículos 26 y 27 es la consecuencia de un cumplimiento parcial y completo
en el programa mesiánico. La primera fase del programa mesiánico consiguió la
redención espiritual para el Israel étnico en el primer advenimiento (Mt.
1:21).
El rechazamiento nacional del Mesías (Mt. 23:37), en tanto que cumplió la promesa de la inclusión gentil (Hch. 15: 14 - 18), demandaba una segunda fase del programa mesiánico para aplicar la redención espiritual nacionalmente a Israel (Hch. 3:18 - 21) y para completar la promesa de la restauración nacional (Mt 23:39), que se cumplirá en la Segunda Venida (Zac. 12:10) El punto de vista dispensacional depende de la validez de interpretar la septuagésima semana escatológicamente. Esto queda justificado por la presencia de numerosos marcadores de tiempo escatológico, como fin, hacer cesar, hasta y un fin determinado.
Estos términos indican que esta sección pertenece al
mismo período escatológico, designado posteriormente en Daniel como el tiempo
del fin (Dn. 12:4, 9, 13). Esta identificación queda potenciada por los
conceptos paralelos en los capítulos 9 y 12.
Ejemplo:
Así, la oración de Daniel por un fin al exilio
se cumplirá en la edad escatológica cuando se cumplirán todos los elementos
de su petición. Una confirmación adicional del aplazamiento de la
septuagésima semana y de la existencia de un período parentético de la historia
que involucra un adicional exilio y persecución del pueblo judío la sustenta
el uso que hace el NT de la profecía de las setenta semanas. La
secuencia de los acontecimientos del discurso del Monte de los Olivos y de la
sección de juicios del libro de Apocalipsis (cap. 4 -19) revelan una
dependencia estructural de la profecía de las setenta semanas.
RESTAURACIÓN DEL PUEBLO DE ISRAEL
(Ez: 16 – 38) La promesa de restaurar Israel a la tierra está relacionada con la santidad de Dios; por cuando Yahweh tiene cuidado por la integridad de su nombre, Él restaurará a Israel a la tierra como testimonio de las naciones. El Señor actuará a favor de su propio nombre y no debido a ningún derecho que Israel puede tener sobre Él (Is. 48:11). El acto poderoso de devolver a Israel a la tierra demostrará ante las naciones el poder del Señor, y con ello manifestará su santidad. El futuro regreso de Israel a la tierra estará marcado por la conversión espiritual, descrita en lenguaje figurado (Ez. 36: 25 - 32). El Señor rociará agua limpia sobre la nación, lo que sugiere la conversión y el perdón de la nación (Sal. 51:4, 9).
Esto también se ve en que Israel recibe un nuevo
corazón. La eliminación del corazón de piedra indica que se eliminan la
rebelión y la terquedad, lo que capacita a la persona para amar a Dios (Dt.
6:5). En aquel día futuro, Israel también recibirá también el Espíritu
Santo. En tanto que el Espíritu Santo fue dado en Pentecostés, lo que es un
acontecimiento irrepetible, el Espíritu Santo será recibido por Israel en su
conversión al final de la edad (Ez. 37:14). El resultado será que Israel
andará en conformidad a la ley de Dios, lo que posibilitará que la nación
viva en la tierra (Ez. 36:28) mientras que gozará de la prosperidad enviada
desde el cielo (Ez. 36:29 - 30).
La productividad sobrenatural durante el milenio es
un tema recurrente en los profetas El profeta compara la pasada
desolación de la tierra con la prosperidad del milenio (Ez. 36:33 - 36).
Cuatro veces en 36:34 – 36 el texto hebreo resalta: “la tierra
asolada.” Pero en la edad milenaria será asemejada al huerto del Edén
(36:35).La restauración y la prosperidad de Israel será testimonio a las
naciones de que Yahweh es quien está tras la renovación de Israel. En
aquel día futuro no habrá exterminio; Israel dejará de experimentar
persecución y muerte a manos de sus enemigos; bien al contrario, la
población de Israel se multiplicará como rebaños.
Jerusalén se llenara de personas como los rebaños de
ovejas que llenaban la ciudad en los días de fiesta (Mi
2:12) Restauración del pueblo como una sola nación (Ez 37: 1 -
28) En una de las más gráficas y gloriosa imágenes en el Antiguo
Testamento, Ezequiel contempla la restauración de Israel y de Judá unidas
como una sola nación (Ez 37:16- 19), de vuelta a su tierra prometida (Ez
37:12 – 14, 21), regenerada () 37:14 y bajo el gobierno del Mesías (37:24 -
25) En la visión de Ezequiel del valle de los huesos secos, el profeta
contempla la restauración de Israel a la tierra en lenguaje visionario.
El contexto del libro de Ezequiel, 33 – 39, exige
que estos versículos se refieran al regreso de Israel a la tierra en la edad
mesiánica. Relacionar esos versículos a cualquier otra cosa que a la futura
restauración de Israel manifiesta una deserción de la apropiada hermenéutica
bíblica. El tema del libro de Ezequiel es el juicio y la futura restauración
de Israel; un tema común en los profetas. Relacionar estos versículos con la
iglesia es algo totalmente carente de justificación. En una visión
similar a 8:3 y 11:5, 24, Ezequiel fue arrebatado y llevado a un valle lleno
de huesos secos (37:1 - 10).
El valle se parecía a un antiguo campo de batalla
con los huesos de los muertos esparcidos por el campo. Los huesos
representan muerte, mientras que el énfasis en su sequedad, “seco en gran
manera”, resalta una muerte acaecida mucho tiempo atrás. “¿Vivirán estos
huesos?” Después de tantos años, ¿pueden ser reavivados los muertos? La
respuesta reside en el poder de Dios (Dt. 32:38). Dios manda a Ezequiel que
profetice sobre los huesos anunciando que Él haga que entre aliento en ellos,
dándoles vida. Al profetizar Ezequiel, los huesos se reunieron milagrosamente
precisamente con los huesos correspondientes, y los huesos se fueron
cubriendo de tendones, carne y piel (Ex. 37:8). Luego Dios sopló en ellos el
aliento de vida. Pero, ¿cuál es el significado de los huesos? Ezequiel
identificó claramente el significado de la visión: “todos estos huesos son la
casa de Israel… os traeré a la tierra de Israel” (Ez. 37:11 - 12). La interpretación
es clara: pertenece a la nació de Israel y a su futura restauración a la
tierra. Esta profecía del futuro de Israel se relaciona tanto con la
restauración futura de Israel a la tierra como a la futura regeneración de
Israel (Ez. 37:14; 36:25 – 27; 39:29; Jl. 2:28-; Is. 32:15). Una vez más, el
uso normal del lenguaje referido a la “Casa de Israel”, “tierra de Israel“,
“mi Espíritu en vosotros” y “os haré reposar sobre vuestra tierra” prohíbe
una interpretación amilenarista que aplique estos versículos a la iglesia. Si
el lenguaje significa algo, estos versículos hablan de una conversión
espiritual futura del pueblo judío y de una restauración física a la tierra
con las bendiciones milenarias que acompañan esto.
La restauración de Israel como nación se detalla más
en Ez. 37: 15 y siguientes. En la parábola dramatizada de los dos palos, un
palo era por Judá, en representación del reino meridional; el otro palo era
por José y Efraín, en representación del reino septentrional. El significado
de la parábola dramatizada se explica llanamente: “Yo tomó a los hijos de
Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas
partes, y los traeré a su tierra” (Ez. 37:21). Bajo el Mesías, los israelitas
serán unidos como una nación (Ez. 37:22). Una vez más se reafirma que
volverán a la tierra en condición convertida, porque en aquel día Israel será
purificado de la idolatría (Ez. 37:23) y serán pueblo de Dios. Cunado
Israel sea convertido y restaurado a la tierra, “mi siervo David será rey sobre
ellos” (Ez. 37:24).
Ésta es probablemente no una referencia al David
resucitado, sino más bien un título del Mesías. También es designado como “Mi
siervo”, y como “un solo pastor” bajo cuya autoridad estará todo
Israel. El Mesías gobernará como rey sobre Israel en el Milenio, y
Él será también el pastor de ellos. En aquel tiempo, poseerán la tierra
prometida a los patriarcas en el incondicional pacto abrahámico (Gn. 12:1 -
3). El texto también resalta lo permanente del establecimiento de Israel. Los
israelitas habitarán en la tierra para siempre (Ez. 37:25); el Mesías será el
rey de ellos para siempre (Ez. 37: 26, 28). En aquel tiempo Israel gozará de
un pacto de paz con Yahweh porque se cumplirán los incondicionales
pactos con Israel (pacto abrahámico Gn. 12:1 – 3; Pacto palestino Dt.
30; pacto davídico 2 S. 7: 12 – 16; Nuevo pacto Jer. 31:31 -
34)
DIVERSOS JUICIOS El juicio de la cruz Según Juan 12:31 – 33, el juicio en la cruz tiene el carácter de un juicio final. Resolvió la cuestión del pecado (Jn. 19:30); tuvo lugar al final de las edades (Hch. 9:26 - 28); y selló la sentencia tanto de Satanás como del mundo. “el creyente ha estado ante el tribunal, ha sido condenado, sentenciado y ejecutado en la Persona de su Sustituto, el Señor Jesucristo” (Jn. 5:24).
Así, la cruz se levanta como la suprema
prefiguración de todo juicio final, porque revela el justo juicio de Dios
(Ro. 3:25) y clasifica a la humanidad en dos categorías (Jn. 3:14 -
18) El juicio en el arrebatamiento Inmediatamente después del arrebatamiento
(de los santos de la tierra), la iglesia (compuesta de todos los verdaderos
creyentes) comparecerá en el cielo ante lo que se describe en Romanos 14:10 y
2 Corintios 5:10 como el “tribunal de Cristo”.
El hecho de que Apocalipsis 19:8 presenta a la esposa de Cristo, la iglesia, como ya recompensada cuando Él regrese a la tierra en su segunda venida indica que este acontecimiento será posterior al arrebatamiento pero anterior a la Segunda Venida. El término griego bema, que e usa para describir este juicio, describe un estrado o plataforma elevada donde se sienta un juez para decidir un caso. (Ej. Mt 27:19).
Los griegos empleaban el mismo término para designar
la tarima sobre la que tenía su asiento un juez o árbitro durante los juegos
ístmicos u olímpicos de Corinto. Aquí los ganadores de los varios eventos
atléticos recibían sus recompensas. Es indudable que el apóstol tenía una
escena así en mente al usar la frase “el tribunal de Cristo”.
Así los contextos y el transfondo histórico del
término implican que el bema es para los creyentes un lugar y templo de
recompensas, no de castigo. Tanto Romanos 14:10 – 12 como 1 Corintios 3:10 –
4:5 sustentan este punto de vista. Son aquellos que han edificado sobre el
fundamento de Jesucristo (los creyentes de la edad de la iglesia) los que
comparecerán ante este tribunal. No habrá presente ningún inconverso, como
tampoco ningún santo del AT. El juicio en la Segunda Venida El
juicio de Israel (el pueblo judío). Este juicio al final de la tribulación,
que se describe en Ezequiel 20:34 – 38 y se ilustra en Mateo 25: 1 – 30,
tiene que ver con los supervivientes judíos que han sido recogidos de toda la
tierra a la tierra de Israel después de la victoria de Cristo sobre sus
enemigos en Armagedón. Las parábolas de las diez vírgenes y de los talentos
(Mt. 25:1 – 13; 14 - 30) ilustran este acontecimiento. Este juicio
determinará quién tiene derecho a entrar en el reino mesiánico. Los justos de
Israel (los que den evidencia de fe en Cristo) entrarán en el reino para experimentar
la fidelidad de Dios a su pacto con la nación. Los que se demuestren infieles
a Cristo (los rebeldes) serán separados y echados a las tinieblas de afuera
(Mt. 25:30). Debido a que Israel fracasó en el papel que tenía asignado como
luz de Dios para el mundo gentil, Dios prometió que resplandecería otra Luz
para los gentiles (Is. 60:1 - 3).
En tanto que Cristo vino como la verdadera luz (Jn.
1:9) en cumplimiento de la profecía de Isaías, Dios pondrá aparte a Israel
una vez más durante la tribulación como su luz al mundo (Ap. 7:1 -8). Así, en
la segunda venida de Cristo, se juzgará la fidelidad individual a aquella
misión. Los creyentes judíos que entren en el reino en sus cuerpos
terrenales estarán entre los primeros en repoblar la tierra durante el
reinado milenario de Cristo. El juicio de los gentiles Este juicio
tendrá también lugar al final de la tribulación (Jl. 3:1 - 2) en un lugar
cercano a Jerusalén, el valle de Josafat. Esos son los sobrevivientes
gentiles de la tribulación que serán juzgados por su trato de Israel
(probablemente de los 144.000 señalados de Ap. 7) durante aquel terrible
período. Esos pueden ser los “hermanos” a que se hace referencia en Mateo
25:40.
Los gentiles justos se harán evidentes, porque
cualquiera que trate a un judío con bondad, especialmente durante los últimos
tres años y medio de la tribulación, lo hará sólo a causa de un corazón
redimido. Por cuanto el gobierno del reino del Mesías será sobre Israel y las
naciones gentiles, y por cuanto ninguno de los no salvos entrará en el
reino, habrá una separación de los salvos (las ovejas) de los inconversos
(las cabras), que serán asignados al castigo eterno. Este juicio de personas
individuales de las naciones (Mt. 25:32), no un juicio de entidades
nacionales. El juicio de los santos del AT y de la tribulación Este
juicio (Dn. 12:2 -3; Mt. 16:27) tendrá lugar también a la conclusión del
período de la tribulación. Tanto los santos del AT como los de la tribulación
serán levantados de los muertos y recompensados. Apocalipsis 20:4 – 6
describe esto como la primera resurrección. Algunos han encontrado esto
como conducente a confusión, porque muchos creyentes ya habrán resucitado
para el tiempo del arrebatamiento siete años antes. Sin embargo, la “primera
resurrección” es una referencia a una clase de creyentes resucitados y no a
un punto cronológico.
La primera resurrección incluye a aquellos que
recitan para vida eterna (Jn. 5:29) Los juicios que siguen al reino
milenario El juicio de Satanás El juicio de Satanás fue sellado
eternamente en la cruz. No obstante, no es sino hasta después de ser suelto
por un tiempo al final del reinado milenario de Cristo, para una última
oportunidad de engaño y rebelión, que será echado al lago de fuego donde
estarán ya la bestia y el falso profeta, para padecer el tormento eterno (Ap.
20:7 - 10).
Aunque éste es el último juicio de Satanás, otras
etapas de juicio preceden a su suerte final. A la mitad de la tribulación es
echado fuera del cielo y confinado a la tierra (Ap. 12: 7 – 12).
Luego, al final del reino milenario de Cristo ha de ser encadenado y echado
al abismo (Ap. 20:1 - 3) El juicio de los ángeles caídos El juicio
de los ángeles caídos tendrá fin cuando ellos, junto con Satanás, serán
juzgados por los creyentes (1Co. 6:3) y por Cristo (Mt. 25:41) y sean echado
al lago de fuego. Judas 6 – 7 y 2 Pedro 2:4 revelan que antes de este
tiempo muchos de los ángeles que inicialmente se unieron a Satanás en su
insurrección (Ap. 12:3, 4) fueron echados al abismo (el Tártano) para ser
confinados hasta su juicio final.
Otros han estado en libertad bajo la dirección de
Satanás, sirviendo como malvados emisarios suyos o demonio que guerrean
contra Cristo y sus siervos (Mt. 12: 24 - 27) El juicio de los muertos
no salvos Este juicio tendrá lugar al concluir el reino milenario de
Cristo pero antes que comience el estado eterno. En este tiempo, los
incrédulos de todas las edades serán resucitados para que comparezcan ante el
gran trono blanco (Ap. 20:11 -15), cuando acudirán ante el Señor Jesucristo
(Jn. 5:22). En contraste con los creyentes que son llamados “los muertos en
Cristo”, esas personas son designadas como “muertos”.
No habrá necesidad de separar lo creyentes de los
incrédulos, porque todos los que comparezcan al juicio aquí habrán decidido
durante sus vidas rechazar a Dios y a su Cristo. En tanto que el Libro de la
Vida sea abierto en el juicio del gran trono blanco, no dará los nombres de
los que están siendo juzgados. Los juzgados en ese tiempo lo serán en base de
los libros de obras que contienen evidencia indiscutible de que merecen
con justicia la condenación eterna por su incapacidad de ajustarse a una
norma divina de la santidad. Puede que esos libros también utilizados para
establecer grados de castigo.
La suerte última de los no salvos es la de se
echados al lago de Fuego. Esto recibe el nombre de “la muerte
segunda” El juicio de los cielos y la tierra que ahora son Este
juicio es anunciado en varios pasajes de las Escrituras (Ej. Mt. 24:35; Ap.
20:11), mientras que es descrito específicamente en 2 Pedro 3:10. Esta
destrucción es necesaria por dos razones: la presencia del pecado en el
universo y los efectos residuales de la maldición puesta sobre la creación.
En tanto que algunos teólogos mantienen una
renovación de los cielos y de la tierra, y otros una recreación, está claro
que los nuevos cielos y la nueva tierra exhibirán un glorioso contraste con
el primer cielo y la primera tierra (Ap. 21:1 -
4).
PACTOS PACTO ABRAHÁMICO El pacto de Dios con Abraham es expuesto e inaugurado en Génesis 12:1 – 3. Es posteriormente reiterado en Génesis 13:14- 17, ratificado en Génesis 15 y definido en Génesis 17.
Es de nuevo reiterado en Génesis 22:15- 18. En cada
caso, se dan mayores precisiones. Más adelante es confirmado con Isaac (Gn. 26:3
- 5) y con Jacob (Gn. 28:13 - 15), y es posteriormente mencionado como
pacto de Dios “con Abraham, Isaac y Jacob” (2 R 13:23) Concepto de
pacto en las Escrituras Pacto significa un acuerdo o un contrato entre
dos partes que obliga a una o a ambas partes a unas ciertas obligaciones y
compromisos.
Las Escrituras contienen muchos tipos de pactos que envuelven acuerdos legales entre naciones, individuos, reyes y sus súbditos, individuos y pequeños grupos, marido y mujer, y entre el pueblo y Dios.
Este último tipo de pacto puede ser indicado por el
pueblo (2 R 11:17; .Esd. 10:2 - 3), o por Dios. El pacto abrahámico es un
pacto divino en cuanto que fue iniciado por Dios. Las formas del pacto
bíblico se asemejan de una manera casi exacta a las formas de los
tratados hititas, específicamente al tipo entre soberano y vasallo. Los
textos de los pactos bíblicos contienen generalmente unos componentes
similares a los textos de los tratados hititas, como un preámbulo, prólogo
histórico, disposiciones, reglas acerca del depósito y de la lectura del
texto, invocación de testigos, bendiciones y maldiciones y la celebración de
un rito como ratificación. Un pacto era a la vez solemne y vinculante.
El honor del hombre, incluso su vida, entraba en
juego en la concertación de un pacto. Así para Abraham y la gente de su
tiempo, el concepto de pacto era bien comprendido, formalizado, solemnemente
importante e irreversiblemente vinculante. Un pacto bilateral era vinculante
para ambas partes; las dos partes quedaban obligadas a unas garantías
específicas.
Un pacto unilateral era vinculante sólo sobre una de
las partes, la que presentaba la garantía. El pacto abrahámico es un pacto
unilateral, un pacto divino en el que Dios solo se compromete a un curso de
acción por medio de Abraham y de su simiente, curso irreversible (pues en
caso contrario Dios sería hallado mentiroso) y no puede quedan anulado por
ningún incumplimiento de Abraham ni de su simiente, porque la existencia y
continuidad del pacto depende no de la fidelidad de Abraham o de su simiente,
sino sólo de Dios.
Importancia del Pacto Desde un punto de vista
interpretativo, el pacto abrahámico es el acontecimiento simple más
importante del Antiguo Testamento. Es lo que rige todo el programa de Dios
para Israel y las naciones, y por ello es determinante del programa de Dios
en la historia. El pacto abrahámico es fundamental para todas las escrituras.
Es la clave tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo y es fundamental para
todo el programa de redención. Toda revelación posterior es el
desenvolvimiento de este pacto. Este pacto, y el posterior marco de los
pactos, es la clave para la comprensión de las Escrituras. La esencia
del pacto de Dios con Abraham se compone de tres aspectos básicos:
Cada uno de los pactos divinos que siguen son
los resultados que se desprenden del pacto abrahámico;
De modo que el pacto abrahámico es la cabecera
de la que manan todos los demás. El pacto abrahámico, así, es determinante
para todos los resultados que se desprenden del programa de Dios tanto para
Israel como para las naciones, y es la clave de la escatología bíblica. El
pacto abrahámico es de hecho la piedra angular del premilenarismo.
Lo que está en debate es si el pacto debe ser
comprendido literalmente. Una interpretación literal demanda la perpetuación
del Israel nacional y su restauración a la tierra en bendición y su
posesión eterna. Trasfondo del pacto En tiempos de Abraham, la
maldad había vuelto a extenderse por la tierra. Taré, el padre de Abraham, era
un idólatra (Jos. 24:2), y es de suponer que también lo era Abraham. De nuevo
fue precosa la intervención divina. En lugar de destruir los malvados
como antes. Dios escogió a Abraham y lo sacó de una tierra idolátrica para
edificar una nueva nación mediante la que daría bendición a todo el mundo. A
fin de tratar de manera exclusiva con Abraham, Dios tuvo que separarlo de su
familia y de su medio. Así, dio una orden triple a Abraham. Él debía de
abandonar:
Obedeciendo el primero de estos mandamientos,
Abraham dejó su país, Ur de los caldeos. Llegó hasta Harán y se estableció
allí. Y allí permaneció hasta que su padre murió. No es seguro por qué se
llevó a su padre y por qué se quedó en Harán. Pero es significativo que Dios
no volvió a aparecerse a Abraham hasta que Abraham hubo cumplido la segunda
parte de las instrucciones de Dios, la de dejar la casa de su padre (se
debería observar que en Génesis 12:1 – 3 constituye un paréntesis a la
narración).
No es hasta que Abraham se separa de Lot (su
sobrino), cumpliendo así la última parte de las instrucciones de Dios, que
Dios se aparece por tercera vez a Abraham (Gn. 13:14) y le reitera las
promesas iniciadas en 12:1 – 3 Esas nuevas promesas habrán de ser cumplidas
por medio de un pueblo enteramente nuevo. Dios no adoptó una familia ni trató
con ninguna tribu existente. Dios alteró radicalmente la vida de un hombre,
Abraham, apareciéndole a él (Hch. 7:2) y llamándole para que fuera el
“padre” de un nuevo pueblo, un pueblo escogido, el pueblo de Dios.
Dios se reveló de tal manera a Abraham que cuando
Dios le hizo una promesa, Abraham creyó que Dios la cumpliría y que sería
fiel a su palabra. En tanto que los movimientos de Abraham de retirada
física, desde lo general (tu país) hasta lo específico (la casa de tu padre)
son geográficamente históricos, quizá presentan sobre tonos espirituales de
una retirada espiritual que comienza en la periferia y que concluye con lo
más íntimo. Dios llama a Abraham a separarse (físicamente) de todo
aquello que conocía (país, parentela, la casa del padre) y a apartarse
espiritualmente (de toda idolatría anterior) para ser sólo para
Dios.
La iniciación y la promesa del pacto En Génesis
12:1 – 3 se inicia el pacto y se establecen las promesas. El uso de la vav
disyuntiva hebrea no secuencia en 12:1 indica que esa sección es un
paréntesis epexegético que vincula 11:32 con 12:4 (esto es, explica por qué
Abraham había emprendido el viaje desde Ur [11:31] hasta Canaán). Dios se le
había aparecido en Ur (Hch. 7:2) y le había hecho las promesas como se
enuncian en 12:1 -3, promesas anteriores a 11:31. Tres importantes aspectos
de la promesa que deberían distinguirse con sumo cuidado son el contenido,
los receptores y los beneficiaros de la promesa. El
contenido de la promesa es triple:
El receptor de la promesa fue Abraham
solo (en este punto), aunque se dice que los beneficiarios son el mismo
Abraham, su simiente (descendientes) y todas las familias de la tierra (12:1
– 3). Más adelante, la promesa es extendida a
Naturaleza del pacto El pacto
abrahámico ha de ser considerado como incondicional por las siguientes
razones:
Hay sin embargo un elemento condicional de este
pacto. Desde una perspectiva divina, este pacto es incondicional en cuanto a
que Dios cumplirá sus promesas. La desobediencia no anula el pacto.
Pero sí determina si un individuo o una generación de individuos
tiene derecho a las bendiciones del pacto.
Cualquier miembro de la comunidad del pacto podría
perder su parte en las bendiciones del pacto, pero no aquello que pertenece a
su simiente o sucesores para la eternidad. La condicionalidad no pertenece a
la promesa divina, sino a los participantes que se beneficiarían de ella.
Esto es evidente en la narración de la temprana experiencia de las primeras
dos “generaciones” de Israel. Debido a que la primera generación de Israel
(redimida de Egipto) no quiso creer en Dios en Cades-barnea, aquella
generación murió (Nm. 14:20). Luego, introdujo a sus hijos en la tierra. Los
hijos fueron asimismo advertidos de las consecuencias de la desobediencia.
Ellos también podrían perder sus bendiciones en la tierra si no
obedecían.
Ratificación del pacto (Gn. 15) Inmediatamente
después del rescate de su sobrino Lot de manos de Quedorlaomer y de los reyes
aliados con él, Abraham rechaza los despojos de la victoria que le
ofrece el rey de Sodoma. Aunque hecho con intención recta (Gn. 14: 22 - 23),
aparentemente Abraham comienza a cuestionar la prudencia de su decisión
(Gn. 15:1 - 3). Como respuesta a la vacilante fe de Abraham, Dios reitera su
triple promesa a Abraham tocante a la tierra, a la simiente y a la
bendición. Invirtiendo el orden, Dios asegura a Abraham que en lo que
atañe a bendición, su recompensa será muy grande (Gn. 15:1); en cuanto a la
simiente, será con su propio cuerpo el progenitor de innumerables
descendientes (Gn. 15:4 - 5); y por lo que respecta a la tierra,
Abraham la poseerá (Gn. 15:7) Cuando Abraham pide
seguridades acerca de su posesión de la tierra (Gn. 15:8), Dios confirma su
promesa con un pacto de sangre (Gn. 15:8 - 21).
Por cuanto sólo un animal era necesario para un
pacto de sangre, la multitud de animales aquí resalta la solemne importancia
de este pacto. Normalmente, en la ratificación de un pacto de sangre, ambas
partes pasarían entre los trozos del animal obligándose mutuamente en un
pacto inalterable. Pero aquí se hace caer a Abraham en un profundo
sueño (Gn. 15:12), y Dios solo pasa entre las piezas de los animales (Gn.
15:17). Así Abraham viene a ser el receptor y beneficiario de este
pacto divino, pero no un partícipe. Por tanto, la existencia y continuidad
de este pacto no depende de Abraham.
Por cuanto Abraham no hizo (cortó) el pacto,
no puede tampoco quebrantarlo. Dios solo participó en el juramento y en la
ratificación, ligándose a una promesa inalterable y aun curso irreversible de
acción. Así, se trata de un pacto unilateral, y es por ello mismo
incondicional en cuanto a su eventual cumplimiento. Abraham y su
simiente (sus descendientes físicos por medio de Isaac y Jacob), Israel,
poseerán la tierra para siempre. Es importante observar la relación con
la ratificación de este pacto que
Señal del pacto (Gn. 17:1 -
27) Inmediatamente a continuación de la vacilación de Abraham en
su fe (Gn. 16), Dios reitera de nuevo las promesas del pacto a Abraham
(Gn. 17:1 - 8). Se identifica como “el Todopoderoso”, resaltando su
capacidad para hacer lo que ha prometido (Gn. 17:1). El nombre de Abraham
(padre, padre exaltado) es cambiado a Abraham (padre, padre de muchas
naciones). Se instituye la circuncisión (Gn. 17:9 – 14) como señal del pacto
abrahámico.
La circuncisión no tiene el objeto de constituir
un nuevo y distinto pacto, sino ser señal del pacto abrahàmico ya
existente. La observancia por parte del pueblo del pacto era indicación
de la realidad de la fe de ellos, y los hacía designables para la bendición
bajo los términos del pacto. Cuando un padre circuncidaba a su hijo, lo hacía
por fe en las promesas del pacto y por deseo de la designabilidad de su
propio hijo en el pacto. La circuncisión identificaba así a un pueblo
que era designable para bendición. Pero la circuncisión, por sí sola, no
garantizaba la bendición. Era necesaria la fe. Sin embargo, la ausencia de la
circuncisión excluía con certidumbre a uno de la comunidad del pacto (Gn.
17:14).
La circuncisión de Ismael fue necesaria no porque
fuese a ser el heredero del pacto por medio de quien iba a perpetuarse el
pacto, sino sencillamente porque era un miento de la comunidad del pacto. La
circuncisión, sin embargo, no aseguró la continuada designabilidad de Ismael
en el pacto. Aunque circuncidado, es echado porque es infiel y hostil al
pueblo del pacto. Cumplimiento histórico del
pacto Muchas de las promesas hechas a Abraham han sido cumplidas
en las historia, y ello de manera literal.
Abraham recibió abundantes bendiciones materiales y
temporales. Poseyó tierra, siervos, rebaños y ganados, plata y oro. En lo
espiritual, vivió una vida feliz de separación a Dios, de comunión con Dios
(de él se dice que fue el amigo de Dios), fue sustentado por Dios y tuvo
aquella paz y confianza que provienen de una vida obediente y dependiente de
Dios. El nombre de Abraham fue también célebre (en su propio tiempo), e
incluso en la actualidad es considerado como grande en las tres más grandes
religiones del mundo (el judaísmo, el islam y el cristianismo).
Tuvo un heredero con Sara; tuvo una descendencia
innumerable, y fue (y sigue siendo) un canal de bendición para otros
(esto es, para su propia familia y casa, sus descendientes, y todo el mundo).
Además, la historia ha confirmado las bendiciones y maldiciones del pacto
abrahámico. Aquellas naciones que han perseguido y maldecido a Israel han
sido maldecidas por Dios. Aquellas que han bendecido a Israel, han sido
bendecidas por Dios.
PACTO DAVÍDICO Son dos los pasajes principales que detallan la constitución del pacto davídico: 2 Samuel 7:11 – 17 y 1 Crónicas 17:10 – 15. En esos pasajes se concertó un pacto entre Dios y David, con David como la cabeza representante de la casa de David, o la dinastía davídica. Las disposiciones del pacto davídico Hay un total de siete disposiciones de este pacto.
Importancia La
importancia del pacto davídico reside en que amplía el aspecto de la simiente
del pacto abrahámico. Según el pacto abrahámico, el Mesías debía proceder de
la simiente de Abraham. Esto sólo significaba que iba a ser un israelita, y
que podría ser de cualquiera de las doce tribus. Posteriormente, en tiempos
de Jacob, el aspecto de la simiente mesiánica quedó limitado: sólo podría ser
un miembro de la tribu de Judá (Gn. 49:10).
Luego, el aspecto de la simiente quedó
adicionalmente limitado a una familia dentro de la tribu de Judá: la
familia de David. Luego se limitó adicionalmente, en Jeremías 22:24 – 30,
donde se decreta que en tanto que el Mesías iba a ser de la simiente de
David, quedaba excluido de la familia de
Jeconías. Confirmación El pacto davídico es vuelto a
confirmar en 2 Samuel 23:15; Salmo 89:1 – 52; Isaías 9: 6 – 7; Jeremías
23:5 -6; Oseas 3:4 – 5; Luchas 1:30 – 35; Hechos 15:14 – 18, entre otros. El
pacto davídico, al ser incondicional, sigue estando totalmente en
vigor. Su desenvolvimiento en esta edad Este pacto prometía cuatro
cosas eternas, una de las cuales era el descendiente eterno.
El hecho de que el Mesías, el descendiente eterno,
está ahora sentado a la diestra de Dios Padre, como el mismo David profetizó
en Salmo 110:1, muestra que el pacto está todavía en actividad. En
cumplimiento del aspecto de la simiente eterna del pacto davídico, Jesús
recibe el nombre de hijo de David (Mt. 1:1; Lc. 1: 32) y la raíz de David
(Ap. 5:5). Cierto, Jesús no está ahora gobernando desde el trono davídico
sobre un reino de Israel, pero lo hará en el futuro. Los teólogos del
reemplazo insisten en que todo el pacto ha quedado ya cumplido, e insisten en
que la promesa del trono se cumplió cuando Jesús se sentó en el trono de su
padre (Ap. 3:21).
No hay duda alguna acerca de que Jesús se sentó en
el trono de su Padre (Ap. 3:21). No hay duda alguna acerca de que Jesús está
ahora sentado en el trono de Dios Padre. Sin embargo, la promesa de Lucas
1:32 es que un día se sentará en el trono de su padre David. Es una
insensatez pretender que el trono de David y el trono de Dios sean el mismo
¡a no ser que los teólogos del reemplazo quieran insistir en que David estuvo
sentado en el trono de Dios Padre!
PACTO PALESTINO El nombre El nombre tradicional para este pacto es el pacto palestino, nombre legítimo en la época en que fue acuñado, porque este pacto trata mayormente de la tierra conocida durante siglos como Palestina. Sin embargo, éste es un término actualmente desafortunado por dos razones.
Escritura El principal pasaje bíblico
acerca del pacto palestino es Deuteronomio 29:1 – 30; 20 Las
disposiciones del pacto Hay ocho disposiciones específicas en este
“pacto de la tierra”
Importancia del pacto de la tierra La
importancia especial de este pacto es que reafirmaba el título de propiedad
de Israel a la tierra. Aunque Israel resultaría infiel y desobediente, el
derecho a la tierra nunca sería arrebatado a Israel. En tanto que su goce de
la tierra está condicionado a la obediencia, la propiedad de la tierra es
incondicional. Además, muestra que el condicional pacto Mosaico no echó a un
lado el incondicional pacto Abrahámico.
Amplía el aspecto territorial y enfatiza la promesa
de la tierra al pueblo de Dios a pesar de la incredulidad. La
confirmación del pacto El pacto de la tierra recibió su confirmación
siglos después en Ezequiel 16:1 – 63. Este pasaje describe la relación de
Dios con Israel como marido y mujer, y Dios relata su amor hacia Israel en su
infancia (Ez. 1 - 7) El desarrollo del pacto de la tierra en el
futuro Una faceta principal de la restauración definitiva de Israel es
la reunión de Israel, y esto se basa en el pacto palestino o de la tierra. Lo
que se prometió en este pacto fue reafirmado por los profetas, como se ve en
los siguientes pasajes: Isaías 11:11 – 12:6; Jeremías 16: 14 – 15; Mateo
24:31; Marcos 13:27, entre otros.
LOS PACTOS
Un pacto es un acuerdo entre dos partes y representa unas relaciones establecidas entre Dios y el hombre, un hombre y otro, o una nación y otra. Las Escrituras identifican dos clases de pactos: Condiciones e Incondicionales. Pacto Condicional: Es vinculante para ambas partes respecto a su cumplimiento, esto es, la respuesta de quien establece el pacto está condicionada por la respuesta de la parte con la que se establece el pacto.
Pacto Incondicional: A la inversa, es sólo
vinculante para quien establece el pacto, aunque ciertas bendiciones anexas
al pacto incondicional pueden demandar alguna respuesta de la parte con
la que se estableció el pacto a fin de que aquella parte reciba la bendición.
Hay cuatro rasgos que deben observarse por lo que se respecta a la naturaleza
de los pactos.
Antes de identificar los pactos bíblicos,
debemos identificar tres pactos teológicos. Ésos son sustentados por el
teólogo del pacto, que contempla las eras de la historia como el cumplimiento
progresivo del pacto que Dios hizo con pecadores en el que todos los que
acudiesen con Él por la fe serían salvos. Esos pactos son:
Existen seis pactos bíblicos, de los que sólo uno,
el mosaico, es condicional. Los restantes son incondicionales, lo que
significa que Dios los cumplirá soberanamente en algún punto futuro de la historia.
I. El pacto noeico (Gn. 9:1 - 18). Se trata de un acuerdo perpetuo hecho con Noé
en el que Dios promete que nunca jamás volverá a destruir la tierra con
un diluvio. Es incondicional
II. El pacto Mosaico (Ex. 20:1 – 31: 18). El cumplimiento de este pacto
condicional se basa en la obediencia humana y en la fidelidad de Dios. Este
pacto fue quebrantado casi de inmediato después de haber sido concertado (Ex.
32: 15 -29)
III. El pacto abrahámico (Gn. 12: 1 - 15:17). Este pacto incondicional es
progresivo en su cumplimiento, y se compone de tres partes o subpactos, el
palestino, el davídico y el nuevo. Esos tres subpactos contienen las
profecías tocantes a la tierra, a la simiente y a las futuras bendiciones ara
Abraham y su simiente.
IV. El pacto palestino (Dt. 28 – 30). Este pacto garantiza que Israel poseerá la
tierra Prometida. Es incondicional.
V. El pacto davídico (2 S 7:4 - 16) Este pacto incondicional promete que el
trono de David, y su linaje y reino serán eternos. Asegura el reinado
milenario en el que Cristo reinará sobre la tierra.
VI. El nuevo pacto (Jer. 31:31 – 33). Muchos de los antiguos dispensacionalistas
enseñaban que había dos nuevos pactos, uno para Israel en el reino y otro
para la iglesia. Este pacto incondicional tienen su cumplimiento final en el
reino milenario. El pacto se estableció en primer lugar con la nación de
Israel (Jer. 31:31) e iba a reemplazar el pacto de Moisés, que la nación de
Israel había quebrantado y no podía cumplir (31:32). En la comida pascual con
sus discípulos, Jesús les explica la razón de su venidero sacrificio: “Esta
copa es el nuevo pacto en mi sangre” (Lc. 22:20). El nuevo pacto fue
inaugurado y puesto en marca en Pentecostés con la venida del Espíritu Santo.
El sacrificio de Cristo beneficia a los creyentes en la actual dispensación
de la iglesia. También el apóstol Pablo, en 2 Corintios 3: 5 – 9, compara el
nuevo pacto con el pacto de la ley, y escribe: “Dios, el cual asimismo nos
hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra sino del
espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. Y si el ministerio
de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria… ¿cómo no será más
bien con gloria el ministerio del espíritu?” Porque si el ministerio de
condenación fue con gloria, mucha más abundará en gloria el ministerio de
justificación”.
|
Suscribirse a:
Entradas (Atom)