Pablo, oriundo de Cilicia, fue ciudadano romano por nacimiento. Su familia era de la tribu de Benjamín, y
fue educado como fariseo. Estudió bajo Gamaliel (Hechos 22:3) y era muy culto (dominaba varios idiomas y
conocía las literaturas hebrea y griega). Saulo, su nombre en lengua hebrea, fue un gran perseguidor de la Iglesia,
como lo demuestra su aprobación de la muerte de Esteban (Hechos 7:58-8: 1), pero la victoriosa muerte de Esteban lo impresionó hondamente.
Se convirtió más tarde cuando iba rumbo a Damasco, luego de quedar ciego (Hechos 9:1-19; 22:5-16; 26:12-18).
Recobró la vista cuando fue lleno del Espíritu Santo.
Poco después fue a Arabia (Gálatas 1:17). Fue el gran misionero mundial del Nuevo Testamento; en territorio gentil empleaba su nombre romano de Pablo.
Sus tres viajes misioneros constan en Hechos; realizó su obra en Asia Menor, Grecia y Roma. Padeció gran persecución (cárcel, lapidación, latigazos, etc.), pero nada detuvo su ministerio de predicación, curación, edificación de la Iglesia y escritura.
Encarcelado por largos períodos en Roma, la tradición afirma que murió como mártir decapitado en Roma entre el 64 y el 67 a.C. Es el autor de la mayoría de las epístolas del
Nuevo Testamento.
Se ha dicho que Pablo es la más poderosa personalidad humana del Nuevo Testamento, y ciertamente su capítulo sobre el amor (1 Corintios 13) no tiene rival.
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